A lo largo del desarrollo pueden producirse anomalías del crecimiento de los huesos de la cara. Este desarrollo anómalo afecta especialmente a los maxilares que pueden sufrir alteraciones en su forma, volumen o posición y causan problemas estéticos y funcionales.
Estos pacientes precisan de un minucioso plan de tratamiento, cuyo estudio previo a la intervención, se hace conjuntamente con el ortodoncista. Casi todos los tratamientos de cirugía ortognática constan de:
Las técnicas actuales permiten una gran precisión en la predicción de los resultados. Se utilizan abordajes intraorales para evitar cicatrices externas y se obtienen resultados estéticos y funcionales excelentes.
La complejidad embriológica y anatómica de la región maxilofacial, hace que las malformaciones congénitas de esta zona sean muchas y muy variadas. Las más significativas son las fisuras faciales y las anomalías maxilares.
A excepción del labio leporino y fisura palatina, que es una de las malformaciones más frecuentes del organismo, en general las fisuras faciales son relativamente poco frecuentes. Según su localización, las fisuras faciales pueden ser: Medianas, Laterales u Oblicuas.
Dentro de las anomalías maxilares congénitas, destacamos las siguientes malformaciones:
Todas estas malformaciones descritas son susceptibles de ser tratadas quirúrgicamente con unos resultados plenamente satisfactorios tanto desde el punto de vista estético como funcional.
Como consecuencia de accidentes de tráfico, deportivos o casuales (caídas, agresiones, etc.) se producen lesiones traumáticas faciales (maxilares, órbita, nasales etc.), con los consiguientes problemas estéticos y funcionales.
Cuando los huesos de la cara se fracturan, el cirujano los reconstruirá e inmovilizará. Actualmente la mayor parte de las facturas se inmovilizan aplicando técnicas de osteosíntesis (pequeñas placas y tornillos).
La mayor parte de la saliva se produce por tres pares de glándulas situadas fuera de la cavidad oral (extrínsecas) que drenan sus secreciones a ella a través de conductos. Estas son las glándulas partótidas, glándulas submaxilares y glándulas sublingulales. Las glándulas salivares pueden sufrir procesos infecciosos víricos o bacterianos.
Una patología muy frecuente es la Sialolitiasis (piedras en la glándula o su conducto) que producirá retención de saliva y dolor e inflamación de la misma. Normalmente la piedra acaba saliendo sola, a veces si está en el conducto hay que extraerla con cirugía y en alguna ocasión si producen infecciones de repetición habría que extirpar la glándula.
Otra parte de la saliva es producida por diminutas glándulas bucales dispersas por toda la cavidad oral. En estas la patología más frecuente es la formación de un quiste de retención llamado Mucocele y cuyo tratamiento es la extirpación quirúrgica.